Dentro de las
reflexiones tenidas en cuenta el pasado sábado, previo a las Pascuas de
Resurrección, el Apóstol Jacob Herrera se refirió especialmente sobre lo
escrito en Éxodo, especialmente en el Capítulo 12, donde Dios instituye la
Pascua.
Éxodo, Capítulo
12
Dicen las
Escrituras; “Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto,
diciendo: Este mes os será principio de los meses; para vosotros será
éste el primero en los meses del año. Hablad a toda la congregación de
Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las
familias de los padres, un cordero por familia.
Mas si la
familia fuere tan pequeña que no baste para comer el cordero, entonces él y su
vecino inmediato a su casa tomarán uno según el número de las personas;
conforme al comer de cada hombre, haréis la cuenta sobre el cordero. El
animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las
cabras. Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará
toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes.
Y tomarán de la
sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo
han de comer. Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin
levadura; con hierbas amargas lo comerán.
Ninguna cosa
comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus
pies y sus entrañas. Ninguna cosa dejaréis de él hasta la mañana; y lo que
quedare hasta la mañana, lo quemaréis en el fuego.
Y lo comeréis
así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón
en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová.”
Reflexiones a
tener en cuenta
¿Cómo comer la
Pascua?
Sin embargo,
queda otro aspecto que considerar. El cordero pascual, cuya sangre había sido
puesta sobre las moradas de los israelitas, debía comerse en condiciones
especiales, con aquello que lo acompañaba y en una actitud prescrita. Cada uno
de esos puntos tiene su interés e instrucción. “Aquella noche comerán la carne
asada al fuego”. No debía comerse “cruda, ni cocida en agua, sino asada al
fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas” (Éxodo 12:8-9).
El fuego es una
figura de la santidad de Dios aplicada al juicio; de manera que el cordero de
que se alimentaban los israelitas hablaba en figura de Otro que, pasando por el
fuego del juicio, lo atravesaría en lugar de ellos. El hecho de que fuera
“asado al fuego”, nos habla de Cristo “quien llevó él mismo nuestros pecados en
su cuerpo sobre el madero” (1 Pedro 2:24) y fue hecho pecado por nosotros,
cuando fue expuesto a la acción completa, inexorable y penetrante del fuego,
imagen del juicio de Dios contra el pecado.
Si Dios podía
salvar a los israelitas, era sólo porque otro llevó sobre Él la deuda que
justamente ellos debían. ¡Qué gran amor manifestó Dios, entregando a su Hijo a
semejante muerte! El Espíritu de Dios podía decir con mucha razón: “No escatimó
ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros” (Romanos 8:32); lo
envió para recibir el juicio que el pecador merecía.
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